Las películas de amor terminan cuando el chico y la chica se dan un beso apasionado en una localización mítica de la ciudad en la que se desarrolla la historia. Punto y final. Fueron felices y comieron perdices. Y no hay lugar para una segunda parte. Si nos siguieran contando lo que sucede al día siguiente, descubriríamos que las cosas con el tiempo dejan de ser tan bonitas. A partir de ese primer amanecer comienza la historia del cepillo de dientes, de la tapa de váter, de la alopecia, el mal aliento, los dolores de cabeza, tu madre me tiene asco, la tuya no me traga… Los Seahawks escribieron el fueron felices en su increíble victoria contra los Saints. En Chicago regresaron a la vida real.
Mariano Tovar en su blog “Zona Roja”. Un grande de este deporte, quien diga lo contrario, no tiene puta idea.
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